Tiempos y momentos para discutir

Bienvenido a una nueva entrada. El día de hoy hablaremos un poco sobre las discusiones y el por qué es importante asignar tiempos específicos para hacerlo y no dejarnos llevar por el arrebato.  Discutir no tiene porqué ser algo necesariamente negativo, sin embargo, hay que saber cómo hacerlo para que pueda volverse algo fructífero e incluso nos ayude a mejorar nuestras relaciones. Por eso, la clave es transformarlas en conversaciones productivas que, en lugar de destruir relaciones, las fortalezca.

¿Eres capaz de tener una discusión de forma constructiva? Sigue leyendo y seguramente encontrarás la respuesta. ¡Todos podemos hacerlo!

¿Quién soy?

Primero que nada, déjame decirte que yo soy una mujer que lleva 22 años dando conferencias por todo el mundo. Soy una abogada con especialidad en recursos humanos, tengo una maestría en Ecología Emocional, distintos diplomados en Psicología de la Felicidad, algunos en Inteligencia Emocional y en Programación Neurolingüística. Al día de hoy he escrito cuatro libros y una obra de teatro. Soy mamá de una princesa de cinco años (a veces también es un torbellino). Y bueno, pues…el gran reto de mi vida es que soy una mujer que nació sin brazos y desde bebé he tenido que despertar la creatividad y diseñar estrategias para no encontrar limitaciones y ver oportunidades en vez de obstáculos para  así poder lograr mis objetivos.

Gracias a este reto de vida he podido encontrar distintas herramientas que me han servido para el día a día y te las quiero compartir en este blog.

Ahora sí, empecemos…

A veces, cuando tenemos un conflicto, buscamos resolverlo de inmediato y queremos que se escuchen nuestros puntos de vista. Y precisamente, el momento más intenso de la discusión es cuando estamos desesperados por expresarlo, lo que a menudo nos lleva a negarnos a escuchar otras opiniones. Pero no deberías ignorar lo que tu oponente tiene que decir. Si lo escuchas, puedes adquirir nuevos conocimientos además de refinar y mejorar tu propia posición.

Es importante que cuando algo nos moleste, pensemos en por qué fue qué nos dolió tanto eso que nos hicieron y tratar de llegar al fondo de eso, no tratar de resolverlo en ese momento, recuerda que las situaciones no son ahora o nunca.

Muchas veces debes de dar espacio a que se refresque la situación, a que respire el problema y entonces poder encontrar una solución o algo que podamos negociar.  Tomarse un tiempo para que ambas partes tengan la oportunidad de cuestionar sus propias posturas y reflexionar las ideas del otro, hará que la discusión se vuelva leve  y más lógica.

Recuerda que cuando las emociones están muy aceleradas, podemos decir algo que puede lastimar profundamente a las personas, y las palabras dichas difícilmente las podemos borrar. Así que debes de tener mucho cuidado y ser paciente.

No pelees por tener la razón, sino por lograr que ambas partes lleguen a la conclusión de cuál es la postura que necesita la relación, no la que necesita cada uno.

Mi recomendación es que cuando tengas una discusión y comiences a enojarte, te des un tiempo, respires, analices lo que te hizo sentir ese problema y entonces vuelvas y platiques sobre esto tranquilamente. Te aseguro que verás la situación de manera distinta y probablemente (aunque no necesariamente) habrá cambiado un poco tu punto de vista.

No olvides que cada uno de nosotros somos únicos, irrepetibles y sobre todo responsables de elegir nuestra forma de pensar y actuar. Y sobretodo, antes de entrar en una discusión, piénsalo dos veces.

Recuerda que tu opinión en los comentarios para mí es muy importante y sobretodo cuéntame si crees que te ha sido útil esto que aprendiste en estos párrafos, intenta ponerlos en práctica para mejorar tus relaciones personales.

 

¡Mucho éxito! Y no olvides que tiempo al tiempo… ¡Hasta la próxima!

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